Salgo a la calle y, al volver a casa, tengo que ir directo a mirar el calendario por miedo a estar equivocado, pero no, es cierto; hoy es 21 de abril aunque llueva, haga viento y un frío nada común para las fechas en las que estamos. A ésta primavera no hay quien la entienda, eso es lo que he pensado, igual que debió pensar Manuel Cuesta al escribir ésta canción del mismo título.
La primavera siempre ha sido vista, desde el punto de vista poético y literario, como un renacer, una época de regeneración, en la que nacen las flores, empieza a brillar el sol y la sangre, como siempre se ha dicho, se altera. Es una estación para el amor, el optimismo...Definitavamente, es la estación de las estaciones. Ocurre algunas veces, como éste año, que la climatología no le da la razón al calendario, pero la naturaleza, llueva o no, sigue su curso. Aunque haga frío, ahora mismo hay millones de flores que están viendo la luz, millones de árboles que están recuperando sus hojas...El reloj del mundo no se detiene.
Como ya dije hace tiempo, la primavera hace semanas que llegó a mí, y me da igual que la climatología se enfade conmigo y me quiera llevar la contraria; la primavera se lleva por dentro, y yo la siento en todo su esplendor. Es por esto que tengo miedo de que el granizo y el viento destrocen mi jardín, y de que el frío congele los tallos de todas esas amapolas que me crecen. Yo creo que es por eso por lo que me apetece verte, porque si hay un sol capaz de brillar y hacer crecer todas esas flores con un día tan oscuro, ése eres tú. Porque sería una pena estropear una tan excelente cosecha, y no es agua lo que, precisamente, necesitan mis flores.
Anda ya!¿qué te frena?
Agarrarte a mi cabeza,
que me cuelguen si flaqueo
al besarte entre tus piernas;
dame el ritmo y los colores,
para el tiempo y la marea,
si te fue mal el otoño...
ámame...ésta primavera
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