Seguramente, si hubiera alguien encargado de contar cuántas veces escucho cada canción, ya me habría llamado la atención por pesado. Me explico; escucho de todo, siempre, pero hay ciertas canciones o discos que no pueden pasarse más de una semana(o días, o horas, depende del caso) sin ser reproducidas en mi casa. Hay un tridente de artistas(Quique González, Deluxe e Iván Ferreiro) que dejaré sin mencionar, pues cualquiera de sus discos o canciones me encantan, y disfruto de ellas a diario, por lo que el número de veces que he escuchado cualquiera de sus canciones podría perfectamente duplicar a cualquier otro artista.
Pero sin el 2007 he escuchado una canción más veces que otra, ésa ha sido "El último vals", del asturiano Pablo Moro. Pese a ser de temática cinéfila y no ser yo un gran entendido del séptimo arte, con esta canción he sufrido una de las mayores obsesiones musicales de mi vida. No sé si es la letra, la música, el caso es que desde que la escuché no puedo quitarme de la cabeza ése
"Me siento como Jake La Motta, encajando golpes sin llegar a caer". Y no, yo tampoco sabía quién era La Motta hasta que, empujado por esta canción , me dediqué a investigar. Resulta que Jake La Motta fue un boxeador que llegó a ser campeón del mundo, pero tenía una peculiaridad; en lugar de tener buena pegada, su mayor virtud era saber encajar los golpes que los rivales le daban; nadie era capaz de derribarlo.
Pablo Moro nos confiesa sentirse como La Motta, y parece estar orgulloso de ello pero, ¿qué es más importante, saber golpear o saber encajar?.
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