Afortunadamente en estos momentos no siento odio hacia nadie, y no tengo por lo tanto ningún ánimo de revancha contra ninguna persona, pero no puedo evitar sonreír al escuchar esta canción de Búnbury, cuyo título lo dice ya todo. Y digo que sonrío porque, siguiendo la historia de la canción, vemos como es el típico caso de pareja en la que uno de los dos va por libre, respirando la lujuria de los peores ambientes y, a pesar de ser advertida, al final acaba como suelen acabar las princesas de la noche; rota. El veredico está claro; soporta tu cruz. De nada sirven las lágrimas que llegan tarde, porque son lágrimas que se podrían haber evitado de haber escuchado a quien le advertía.
No me suelen gustar los videoclips, prefiero ver las canciones en directo, donde no puede haber ni trampa ni cartón, pero en éste caso, os recomiendo que veais el video, una fiel versión de lo que Búnbury canta.
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