Hay tardes de perro, muchas y variadas, y hoy estoy experimentando una de ellas en su máxima expresión. He dormido una larga siesta que va a convertir lo que resta de tarde en una muy larga tarde.Además no ha parado de llover ni un sólo momento en todo el día, lo que siempre hace que nos sintamos algo meláncolicos, al menos en mi caso.
El caso es que siempre se echa algo o alguien de menos cuando llueve, es como si la lluvia fuera la banda sonora de la melancolía. Y en esta oscura y pesada tarde, me ha dado por escuchar ésta preciosa canción de Damien Rice, Cannonball.
Si tengo que elegir un cantante en solitario extranjero, y si el señor Dylan me perdona, ése es Damien Rice. Tiene una sensibilidad extrema, y consigue hacerte sentir ésos extraños escalofríos en la nuca cuando interpreta con su apurada voz sus excelentes poemas. Porque más que canciones, son pura poesía.
Espero que la disfruteis, y, tenedlo claro, el día que Rice escribió esto, llovía, seguro; porque todos echamos de menos a alguien a veces, aunque lo hayamos podido disfrutar de él hace muy poco.
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