viernes, 28 de agosto de 2009

"Young boy", Paul McCartney


En abril de 1997 yo sólo tenía trece añitos, tocaba la trompeta, iba a kárate y soñaba con ser futbolista, del Barça a poder ser. Por aquel entonces ya escuchaba mucha música, mucha de ella hoy inconfesable por cierto, pero había un grupo que, por encima de los demás, ocupaba mis horas, los Beatles. Entre los 13 y los 17 años, año arriba año abajo, estuve loco con los de Liverpool, escuchando sus discos una y otra vez, leyendo libros, viendo películas y videos... Sus canciones, las leyendas que las rodeaban, sus distintas etapas y estilos consiguieron atraparme y convertirme en un beatlemaniaco más, uno de tantos millones. Lennon siempre fue mi favorito, pero desgraciadamente había sido asesinado antes incluso de que yo naciera, así que lo que recuerdo con total nitidez fue cuando, volviendo a 1997, Paul McCartney publicó Flaming Pie, un disco en solitario después de cuatro años de sequía musical. Cómo no, me compré el cassette, pero no sé por qué, nunca llegó a gustarme, y creo que fue ese el motivo por el que le empecé a coger a Paul cierto repelús irracional, ¡con el dinero de la cinta podía haber comprado kilos de gusanitos!. No me gustó, no, de hecho no sé dónde está, pero había una canción que brillaba por encima de todas las demás, Young boy. Puede que no sea la mejor canción de Paul, puede que a nadie en el mundo le pueda hacer sentir lo que a mí, pero este tema es una carretilla cargada con cientos de kilos de recuerdos, olores e imágenes a los que no puedo volver si no es gracias a canciones como ésta. Aunque sólo sea por esta vez, gracias Sir Paul, ha sido un placer enorme encontrame con usted de nuevo...

2 comentarios:

Marcos Deker dijo...

Una entrada preciosa, Mikel. Enhorabuena!

Mikel dijo...

Mil gracias, amigo. Me alegro de que te haya gustado!
Un abrazo enorme! ;)