No sé por qué, pero hace un momento he recordado cuando, allá por 4º de la ESO o primero de bachillerato más o menos (joder, ya ha llovido) gané el concurso de poesía de mi instituto. La verdad es que gané más de un año, más por la poca gente que se presentaba que por la nula calidad mis poemas de rima fácil, el caso es que el maravilloso premio era, además de un magnífico diploma de cartulina que guardo con cariño, un cd. Fernando, mi profesor, estuvo preguntándome todo un día qué disco que quería, y la verdad es que no sé por qué pero elegí uno de The Corrs, el grupo irlandés formado por los hermanos Corrs (obviamente). No se puede decir que sea un fan de este grupo, pero mentiría si no dijera que me encantan sus canciones, llenas de violines y aires celta, sugerentes y dulces como pocas. La fusión que hacen de la música tradicional de su país conjugada con ése toque pop siempre indispensable para llegar al gran público los han convertido en una de las bandas de más éxito de Europa en los últimos años.
Si me tengo que quedar con una canción de los irlandeses, no dudo ni un instante en guardarme en el bolsillo Runaway, un tema que siempre que lo escucho me pone la piel de gallina. Ahora, sin ir más lejos, la estoy ecuchando mientras escribo y me cuesta pensar del nudo que se me hace en el estómago. Sí, últimamente estoy sensible. Y contento también. Y no, no me creo que ésta canción no os parezca preciosa, así que, disfrutadla...
No hay comentarios:
Publicar un comentario