
Son tantísimos discos los que en los últimos tiempos pasan por mis manos que no os podeis llegar a imaginar los malabarismos que tengo que hacer para poder escucharlos todos. Para que no se me escape nada, lo que llevo haciendo desde hace años es tener una carpeta llamada para escuchar en la que voy guardando todo lo que creo que puede llegar a gustarme. Cuando tengo tiempo y venzo la pereza que a veces me da el ponerme con algo nuevo, voy escuchando los discos acumulados, y entonces ya sólo depende de ellos quedarse conmigo o desaparecer de mi vida, aunque sea yo el que finalmente tenga que apretar el gatillo. En esta carpeta que a veces llega a pesar toneladas, a menudo se acumula el polvo, porque, claro, siempre hay discos con privilegios que van a la biblioteca directamente, sin tener que esperar en ese corredor de la muerte, y puedo pasar semanas sin entrar en ella. Ahora que los exámenes se han terminado y que el nuevo semestre da sus primeros pasos, estoy disponiendo de unos días de ocio en los que por fín estoy metiéndole mano a tantos y tantos discos que había ido amontonando sin piedad...Y claro, siempre me llevo sorpresas como la que quiero compartir con vosotros esta tarde.
La primera vez que oí hablar de Mobydick fue cuando leí que sería el telonero de The

No hay comentarios:
Publicar un comentario