Muchas de las canciones que dejo caer por aquí las encuentro buscando, siguiendo pistas; en otras ocasiones sois vosotros los que me las recomendais y a veces, muy de vez en cuando, son ellas las que me buscan y me encuentran a mi. Canciones que emergen de la nada por aparente casualidad, pero que en realidad estaban esperando el momento y el lugar adecuado para abordarte por sorpresa, cuando eres más vulnerable. Así ha aparecido hoy esta canción, por la espalda, con los zapatos en la mano y caminando de puntillas para no hacer ruido y no llamar mi atención. Ha cerrado la puerta de mi habitación, ha bajado sigilosamente las persianas, me ha cogido de la mano y me ha invitado a ponerme cómodo. ¿Quién eres? ¿Qué haces aquí?, le he preguntado mientras me mandaba callar poniéndose un dedo en los labios. Frágiles tesoros, ha terminado susurrando, y durante cinco minutos se ha convertido en canción... En una de las canciones más suaves y delicadas que haya escuchado en muchísimo tiempo. Para cuando me he querido dar cuenta ya no había nadie en la habitación, y la ventana estaba abierta de par en par. Se habrá escapado volando, supongo, buscando nuevas personas que secuestrar durante cinco minutos... A ver si teneís suerte...
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