El verano sigue hacia delante, dejando marcas rojas en los días que van pasando así como en mi blanca piel. Y es que estoy viviendo este verano como si el tiempo se hubiera detenido hace años, cuando sólo era un chaval que no tenía nada por lo que preocuparse, con todo el día para hacer lo que me venga en gana. El tiempo ha pasado, y preocupaciones tengo bastantes más de las que desearía, pero esto de despertarme y pensar que puedo hacer lo que quiera no tiene precio. Si vuelvo hacia atrás en el tiempo hasta el último verano en el que no tuve ni que trabajar ni estudiar, hay un nombre de chica y una canción que fueron protagonistas de un eterno mes de julio. La chica y la canción tienen el mismo nombre, Ana, aunque supongo que la que me quitaba el sueño a mí no tendría nada que ver con la que inspira la canción de Ismael Serrano, pero no hubo un sólo día de aquel mes de julio en el que no escuchara la canción con una sonrisa estúpida en la cara. Hoy ya hace años que no veo a Ana, pero a pesar de todo hay veces en las que me encanta escuchar la canción para poder recordar algo que no llegó a nada y que es probable que ni siquiera lo recordara de no ser por ella, Ana, la canción...
Ana volverás a escuchar
las piedras que contra tu ventana
lanzó la felicidad
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