Diez en punto de la mañana, Plaza Indautxu de Bilbao, 18º y subiendo. A espensas de que el invierno dé sus últimos y helados coletazos, la primavera se va acercando lenta e inexorablmente y el sol empieza a regalarnos la mejor de sus sonrisas. La primavera, la estación más mágica y poética, es probablemente la época que más me gusta, la naturaleza saca lo mejor de sí y nuestros coazones, haciendo caso del dicho, se alteran de una manera inevitable. No hay nadie inmune a la llegada de la prima más bonita de la familia, que hará acto de presencia en poco más de una semana para quedarse hasta junio. Espera a la primavera fue el título del primer disco del leonés Fabián, uno de los trabajos que nunca dejaré de recomendar y que no me canso de escuchar. Lo que en principio fue un simple título, con el tiempo se ha terminado convirtiendo en una profecía, y somos muchos los que, habiéndolo deseado antes, tendremos que esperar a la simbólica estación para poder regar nuestra impaciencia con el agua fresca de sus nuevas canciones. Hoy la canción era, como el sonido, inevitable. Esperaré a la primavera, Fabián, pero no me hagas esperar hasta el verano, por favor... ;)
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