"Dudas y Precipicios", Alfredo González

Cualquiera que se pase por aquí habitualmente sabe que Alfredo González es uno de mis puntos débiles, uno de los artistas que más he escuchado el último año. Todos tenemos un grupo o un artista con el que nos identificamos, a veces incluso demasiado, y las canciones del asturiano son de las que más adentro me han conseguido llegar en muchísimo tiempo. Con La vida de alquiler descubrí a un interesante cantautor que hablaba sin tapujos de muchos de los temas que siempre me han preocupado, alguien que ponía música a muchos de mis pensamientos y que encajaba violentamente con mi ideología. Después llegó Dudas y Precipicios, y allí encontré a un golfo que le cantaba a la noche, a los bares y a las rubias fatales, llenando las canciones con imágenes que me resultaban extrañamente familiares. Al poco tiempo llegó La nada y tu, y me sorprendí emocionándome con una lengua que no es la mía, y allí me encontré con La povisa, una de esas canciones que, sin darte cuenta, se convierten en una parte importantísima de tu vida, un tema que puedo escuchar una y otra vez sin llegar a cansarme nunca. Nunca lo hubiera imaginado cuando me emocionaba, reía o asentía cada una de sus canciones, pero la vida da muchas vueltas y, cosas del destino, la semana pasada pude hacerle una entrevista que mañana publicaremos en SextoHombreDigital. Una charla en la que Alfredo nos contó muchísimas cosas, y nos dejó conocer al tipo que se esconde detrás de todas esas canciones que tantas cosas me han hecho sentir. Mañana, como os digo, la entrevista, hoy, para ir abriendo boca, el tema que da nombre a Dudas y Precipicios, uno de los mejores discos que haya caído en mis manos en muchísimo tiempo, un compañero de viaje al que he acabado conociendo como al mejor de mis amigos...